lunes, 29 de marzo de 2010

Despertamos cada día en un mundo que poco nos sorprende. La cotidianeidad ha hecho que todo lo que nos rodea sea obvio y simplemente parte de lo que somos. Las fantasías escasean, los colores poco duran y los cuentos ya no se improvisan antes de ir a dormir. Pareciera que todo ha estado ahí por siempre y que el pasado simplemente ha servido para eso, para que todo este ahí. Del futuro es mejor no hablar porque aunque sepamos todos que cada día el tiempo nos va tomando ventaja, queremos creer, eso si, siempre agarrados de la mano de nuestra arrogancia, que todo lo que viene dependerá de lo que decidamos hoy. Han sido este sentimiento y un cuento lo que me ha motivado a redactar este ensayo... Resulta que hace mucho tiempo existió un reino prospero en el que todo era alegría y felicidad. El monarca, persona instruida en el arte y las armas, gozaba enormemente de la música. Dentro de esta no muy compleja estructura social habitaba un personaje de estatura mediana y complexión robusta que se beneficiaba enormemente del cariño desinteresada que el rey sentía por el y que además, desempeñaba las funciones de "marca tiempos". Este oficio no podía ser ejercido por cualquiera. Antes de una presentación, había que vestirse con un traje muy especial (parecido al de los arlequines) y armarse de un enorme bastón. Una vez colocados los músicos, salía el "marca tiempos" y se colocaba sobre una pequeña tarima de madera ubicada a un costado del escenario. De manera solemne y precisa comenzaba a golpear su bastón contra el escenario, marcando el tiempo y el compás hasta el final de la interpretación. Cierto día nuestro amigo perdió la solemnidad y mientras su atención se enfocaba vaya Dios a saber en que, aquel enorme y puntiagudo bastón fue a clavarse profundamente en su empeine que tanto resaltaba cubierto con esas blancas medias de seda y enfundado en esos relucientes zapatos de tacón. La lesión fue tan fuerte que al cabo de un par de semanas perdió la vida. El rey desconsolado dicto una nueva ley..."a partir de hoy queda prohibido el uso de los marca tiempos". Había que hacer algo y créanme, probaron de todo. Hubo quien quiso marcar el tiempo con la voz, pero se enfrento a que debía de hacerlo de manera afinada y acababa perdiéndose en la estructura armónica de la obra y entre la intensidad de la misma. Intentaron tocar sin indicación de tiempo y aunque en algunos casos se logro, por lo general la orquesta acababa perdiéndose a la mitad de la obra. Intentaron hasta marcar el tiempo moviendo aquel enorme bastón por los aires. El resultado no era malo, pero los músicos acababan preocupándose mas por que el bastón no saliera volando y les pegara, que por interpretar la obra... El tiempo, testarudo y sabio como siempre, siguió su curso y fue así como se llego a lo que hoy conocemos como "la batuta del director". Narrar los hechos del pasado nos da la gran libertad de hacer de ellos lo que nos venga en gana. Reconozco que mi narración carece por completo de datos históricos fehacientes, pero mi intención no es recopilar información para hacer alarde de cultura. Lo que pretendo es plantear la verdad y esta es que nuestra realidad esta compuesta de historias, errores, procesos de pensamiento y de sentimientos, intenciones... simplemente de vida que engendra vida. Esto es lo que define a la orquesta sinfónica. En un escenario vemos, en su máximo esplendor, a la música de occidente. Aquel que simplemente vea a muchos buenos músicos tocando juntos, no será capaz de vibrar con el sentimiento que esto provoca. Pero aquel que vea, en un solo instante, reunida la historia, la vida, los sueños, los triunfos y derrotas de una gran parte de la humanidad, sabrá contagiarse de la emoción de mis palabras. Basta con sentarse en silencio y mirar como el violín lucha por mantener su estatus de líder mientras que los demás de su misma especie lo acompañan en una danza perfecta, casi hipnótica. Los metales jamás pierden conciencia de su función y disfrutan cautivándonos con la belleza de su timbre. El contrabajo calla y acompaña, pero cuidado porque ha decidido hablar y en tan solo un par de segundos ha expuesto, acompañado de una flauta solitaria, un poderoso y único discurso. Y que me dicen de los músicos... con inconsciente devoción y absoluto respeto someten su entero existir a largas horas de ensayos y practicas para dominar a la perfección las técnicas que lograran hacer sonar de la manera mas pura la inspiración caprichosa de los compositores. La orquesta sinfónica es un instrumento por si sola. Una amalgama de colores que invita y somete, que contagia para crear sentido, que genera fantasías y vuelve a improvisar cuentos... La Orquesta Barroca Aunque no ahondaré mucho en el tema, es importante tener clara conciencia de los aspectos sociales, políticos y económicos de cada uno de los periodos que vamos a recorrer. Musicalmente hablando la orquesta barroca siempre estuvo muy "protegida" (aunque me gustaría mas usar la palabra "sometida") por ciertas reglas que se encargaban de su calidad sonora y por circunstancias externas que se encargaban de someterla a sus caprichos. Para poder explicar esto a fondo, es importante hacer un paréntesis y hablar, antes que nada, de cómo estaba conformada la orquesta. Echémosle un vistazo a una de las obras características del periodo... el concierto Brandenburgo No. 3 en G Mayor de Johann Sebastian Bach. La interpretación esta en manos de tres violines (I, II, III), tres violas (I, II, III),tres violonchelos (I, II, III), un violone y un cembalo. Esta dotación nos sirve de ejemplo para definir la formación, la orquesta barroca estaba conformada por mínimo ocho y máximo quince músicos. La razón del porque de un margen tan amplio es que nunca se sabia a la hora de la hora que instrumentos y que cantidad de músicos se iban a tener a mano. El concierto Brandenburgo No. 3 en G Mayor usa once interpretes y en su mayoría son cuerdas, pero por desgracia no podemos utilizar esto ultimo como una verdad absoluta. Una obra estrenada podía ser interpretada una semana después con una formación notablemente reducida o con instrumentos totalmente diferentes. Para cuidar esto se estableció una regla, siempre debía haber presente un continuo y alguno de los miembros de la familia de las cuerdas. El barroco se basaba en una manera de pensar muy definida... La belleza de la música radica en las líneas melódicas, no en sus dinámicas. Esta manera de pensar justifica la regla recién mencionada. Un continuo y un instrumento de cuerda obligarán la interpretación sonora e instrumental de las dinámicas naturales implícitas en la melodía y como acabamos de mencionar, esto resulta vital para el periodo barroco. Pero vayamos mas allá y adentrémonos en el análisis. A lo largo y ancho del concierto Brandenburgo No.3 en G Mayor no encontramos una sola dinámica ni una sola agógica y si nos fijamos en el contrabajo, veremos que siempre esta doblando al violonchelo hasta que este toma la melodía, momento en el que el contrabajo deja de hacer lo mismo e interpreta una nota pedal. Estos dos aspectos que a simple vista parecen no tener nada en común, están en realidad estrechamente vinculados en su porque. Como ya lo había comentado, el barroco se basa en la belleza de las líneas melódicas. Si el contrabajo tomara la melodía o tratara de doblar al violonchelo en los momentos en que este toma la voz principal, obtendríamos un sonido pastoso y poco claro. Esto se debe a los armónicos de los instrumentos y el choque que se produciría por sus respectivos registros. Sabemos que, por naturaleza, el contrabajo tarda en responder a la hora de tratar de hacerlo sonar. Si aun así nos empeñamos en que siga al cello provocaríamos un efecto sonoro poco deseado (Delay). Estos aspectos técnicos no son mas que un reflejo de una clara conciencia del desarrollo instrumental provocada por la necesidad de pertenecer a un estilo que además de todo, demandaba y exigía la presencia de un pulso constante. La combinación de ideas y recursos acababa por ser tan compleja que los compositores se apegaban al principio elemental de las dinámicas poniendo o quitando instrumentos... quiero forte, que toquen todos... quiero piano, callo a todos y dejo al violín. En este mismo orden de ideas encontramos en el barroco el principio de las dinámicas opuestas. Esto es simple, si un pasaje se repite y fue interpretado en piano, se hace un cambio abrupto de dinámica y se interpreta lo mismo pero ahora en forte... por que no. Un aspecto importante en el análisis del concierto Brandenburgo No. 3 son las ya mencionadas duplicaciones. Además del juego entre el contrabajo y el violonchelo encontramos que cuando el fagote aparece, duplica al unísono la línea del violonchelo. Con esto deducimos que aunque escasas, las duplicaciones son un recurso característico del periodo barroco. Las cuerdas en el barroco juegan un papel importante y sin duda son técnicamente el instrumento mas avanzado. Encontramos una serie de indicaciones de arcadas dentro de las cuales predominan el detachè (arcadas alternadas hacia arriba y hacia abajo), legato ( parejo y suave, sin interrupción entre las notas). Además encontramos que todo es interpretado alla corda (a la cuerda). La orquesta barroca... sonido de pulso constante, protegido por reglas que se encargan de su calidad sonora, integrada por un mínimo de ocho y un máximo de quince músicos. Su rasgos mas característicos son el continuo y una cuerda que, junto a los demás instrumentos, presentaran dinámicas naturales implícitas en la melodía, que es la esencia del barroco... donde radica la belleza.